CAPÍTULO XIX
CONTRATIEMPOS
Como bien dice la canción: Una noche de luna, a la orilla del mar es el lugar perfecto para conversar… Sin embargo para él era una noche infinitamente larga, tan larga que parecía de nunca acabar. Se mantenía silente, mas su cuerpo gritaba todo lo que callaba; traía los ojos cansados, ojerosos, el rostro compungido a punto de desfallecer, el cuello y espalda visiblemente tensos, la delgadez de su cuerpo manifestaba sin duda alguna que el santo de Capricornio estaba llegando a su límite.
El primer cigarrillo luego de 02 años fue tomado cuando la imagen del ángel negro y sus fatídicas premoniciones asaltaron de cuenta nueva sus pensamientos. Estrujó con sus dedos las hebras negras de sus cabellos sumiéndose en preocupación y deseando que los presagios de aquel ser de maldad sean solo un burdo invento para hacerse con su alma.
A pesar de la ayuda de Saga, estos problemas resultaban más difíciles que librar una batalla.
-¡Athena, estés donde estés debéis hacer algo o el santuario…todos nosotros… ¡No! ¡Toda la humanidad estará perdida!– exclamó en voz alta al mismo tiempo que una estrella fugaz cruzaba el cielo hacia la constelación del santo cabrito.
-¡Madre mía! ¿Es vuestra señal?…. Menuda manera de decirme que estamos perdidos. – Reprochó a la diosa ante semejante respuesta poniéndose en espera de otra señal pero no ocurrió nada. Exhalando cansado y en desesperanza exclamó al cielo: – ¡Es nuestro final ¡llegó el omega! ¡Se viene el fin del mundo!
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